Tele 5 le ha puesto un programa a Risto Mejide, lo que viene a ser como que a uno le pongan un piso. Pero le han puesto el piso sin amueblar, lo que viene a ser que le han puesto un programa sin ningún contenido de interés, y parece que pilló el Ikea cerrado porque así salió al aire, tirando de demagogia, personajes de crítica fácil y chistes más viejos que los de Jaimito para rellenar los escasos 30 minutos que dura.
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A mí este Risto me recuerda muchísimo a los sermones del padre Apeles, aquel muñeco diabólico que Tele 5 paseaba por todos sus programas y que acabaron desechando poco después de que también a él le dieran un programa, Cita con Apeles, con Rociíto de partenaire. Por de pronto, Risto Mejide se mueven con la misma torpeza por el plató y habla con el mismo convencimiento que Apeles cuando no tienen una mesa delante en la que resguardarse y un montón de gente a la que gritar.
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Dicen que lo que mal empieza mal acaba y el programa de Risto ha empezado muy mal. Pero sus guionistas, que en el fondo deben ser unos cachondos, tuvieron a bien colocarle al final de su estreno una bonita oficina de empleo a sus espaldas. Quizás marcándole el camino que le espera cuando Tele 5 le dé la patada y deje de jugar a dar sermones en la tele tirando de demagogia. Y no parece que vaya a tardar mucho en atravesarla si su aventura mantiene el nivel del primer programa. A esto, Risto, se le llama desafinar y no a lo que hacían los concursantes de OT.
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[G-20 se emite de lunes a jueves a las 21.30 h. en Tele 5]
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