Me gusta Identity. Me gusta cómo lo hace
Antonio Garrido. Pero no soporto más de 10 minutos de programa. ¿Por qué sobreactúan tanto sus concursantes? ¿Tan malo es el encargado de seleccionarlos que repite una y otra vez
el mismo perfil de concursante hiperactivo y con ganas de chupar plano al presentador mientras hace un poco el payaso? Los que están detrás de las cámaras se empeñan en hacer creer que son los concursantes quienes llevan el peso del programa. Y cuantas
más payasadas hagan más divertido será. No es cierto.
Hay concursantes que saturan. Que rayan. Que provocan el hartazgo. Y por más que se empeñen, no se puede celebrar con el mismo entusiasmo que uno acierta la primera pregunta a que uno se lleva
100.000 euros. ¿Podremos ver alguna vez, sólo alguna vez, en
Identity a alguien
comportarse como una persona normal, sin que parezca que la han inflado a pastillas o alcohol? Mientras no sea así no podré seguir viéndolo, por más que me gusta el formato. Por un motivo,
sus concursantes... me estresan. Y, por cierto,
¿a qué vino ese cansino empeño de que todos los concursantes bailaran, a estas alturas, el Chiki Chiki, con peluca incluida para alguno?[Identity se emite los lunes a las 22.00 h. en La 1]
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