
La emoción. Los nervios. La incertidumbre. Me gusta el ambiente que se respira en los primeros programas de los realitys. Y OT no es una excepción. Cuando todos son felices. Cuando la gente entra y no sale. Cuando se hacen amigos y no hay broncas. Justo lo contrario de lo que nos ofrecen los realitys. Quizás por ello no soy un buen espectador de realitys. Los villanos guionizados me aburren. Y Risto no es una excepción. Se supone que está ahí para ser creativo al descolocar a los concursantes con sus burradas y provocar la risa cínica. Ésa que se camufla bajo la mano, como quien va a estornudar, sabedor de que se ríe del dolor ajeno. OT ha venido renovado y, sin embargo, repite la fórmula del miembro del jurado capullo que quiere robar protagonismo a los concursantes. Sólo un programa y ya ha encontrado a su Leo Segarra particular al que tocar las pelotas. Y, de hecho, hasta se le parece físicamente. Pues sí, todo sigue igual en OT... un año más.
[Operación Triunfo se emite los martes a las 22.15 h. en Tele 5]
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