
Se esperaba la muerte de Franco como final de la serie y su entierro como epílogo, pero habrá más. Cuéntame cómo pasó ofreció ayer, como nos tiene acostumbrados, un muy buen capítulo para que sus personajes se despidieran del dictador. Ni ellos sabían el por qué de esta necesidad de decirle adiós. Y ahí se quedaron Mercedes y Antonio abrazados a las puertas del Palacio de Oriente de Madrid sin entrar, pero sin saber por qué. Con el alivio de saberle muerto pero con la incertidumbre de lo que podía llegar. Y sin celebrarlo, pese a que se trataba de una noticia muy esperada y, por algunos, deseada. Como tantos millones de españoles que siguen viéndose reflejados en esta serie que, pasados los 150 capítulos, sigue mimando a sus personajes, sus historias y haciendo guiños a la historia de un país que como decía Carlitos Alcántara ofrecen otras imágenes pero para él la muerte de Franco, el inicio de la Transición sólo tiene una imagen, la de sus padres abrazados mientras él hacía cola para ver con sus amigos el féretro del dictador. Por eso sus espectadores pasan por alto cuando la calidad técnica que busca insertar a los personajes en imágenes reales de la época es más que discreta, y se nota tanto el efecto. Cuando los espectadores perdonan los errores de una serie es que algo funciona, y muy bien, y ese algo puede durar todavía muchísimos capítulos más.
[Cuéntame cómo pasó se emite los jueves a las 22.00 h. en TVE1]
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