Porque los programas no mueren cuando lo anuncian, sino cuando sucede. Hoy tocaba una nueva entrega de El programa de Berto. La cuarta. De acuerdo, al programa le faltaba un hervor. O dos. Otres. Más suerte la próxima vez. La merece. Queda en la memoria aquel primer gag por el que, sin duda, será recordado este programa. Por eso, después de volver a reir vaya ese minuto de silencio.
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