
La casualidad ha querido que en las mismas fechas en las que se celebra el Día Mundial de la Televisión se hable del truculento episodio ocurrido sólo cinco días después de que una invitada a uno de esos programas ha sido asesinada presuntamente por el hombre que fue al programa a jurarle amor eterno... (y que tenía una condena por maltratos). Hasta ahí los hechos. La noticia da para reflexionar. Éste es, o pretende serlo, un blog responsable. Para gente responsable. Divertido, a veces (hoy es imposible), pero sin faltar al rigor. Por eso no se trataba de entrar a degüello. He leído los análisis que los diferente medios y expertos han hecho, y todavía hoy hacen, sobre lo ocurrido y sobre hasta dónde debe alcanzar la responsabilidad de las cadenas que hacen este tipo de juegos. Estoy de acuerdo con muchos. Quizás la mayoría.
Resulta desmesurado decir que Antena 3, el programa, sus trabajadores, son responsables de la muerte de nadie. Es más que posible que hubiera muerto igual, como ocurre con tantas mujeres que no van a ningún programa de televisión a contar sus penas. Pero Antena 3 debe aclarar si Svetlana (la joven asesinada) fue engañada por el programa para ir a televisión esos cinco días antes de su muerte. Si realmente no sabía a lo que iba, si la mintieron para montar su show particular de reencuentros... sin que ella supiera quién la esperaba allí. Estas actitudes deben acabar para siempre. Un programa no puede llevar a nadie engañado. Y menos para encontrarse con nadie de su pasado. No es lo mismo ocultar a alguien que va a conocer en la tele a un personaje famoso al que admira (que es lícito) que jugar con sus sentimientos provocando un encontronazo en directo (que no es lícito) con, vaya usted a saber, quién de su pasado. Haya tenido conflictos, o no, con esa persona. Estas cosas no pueden seguir sucediendo. Es necesario ya una televisión responsable.
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