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Pero, oh, sorpresa, Antena 3 ha puesto en marcha Los últimos 20 metros que es un programa innato para el verano y que debería morir con él, pero que no está tan mal. Vale que queda exagerado y ridículo ver a ese público septuagenario fingiendo que les importa media mierda el resultado de las pruebas físicas. Sí, es lo que tienen los niños, los ancianos y los borrachos que se les huele la verdad de lejos. Y aunque en el alborotado público hay de todos es precisamente a los ancianos a quienes más se le nota que toda esa pasión está impuesta por un regidor a cambio de un bocadillo de mortadela.
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Por lo demás, es bueno el planteamiento, adecuada la puesta en escena y motiva el juego de las pruebas y las pistas, aunque pretendidamente fáciles en demasiadas ocasiones, para que veamos que más de un musculitos se ha olvidado de ejercitar precisamente el músculo central de la cabeza. Pero son las licencias de estos programas, en los que hasta los concursantes están más forzados que los guiones de su presentador que no duda en tirarse al suelo para preguntarles en la prueba del viento, como el presentador implicado que quiere ser y como el programa que quiere evitar que le quiten antes de tiempo. Porque si Ramón García consiguió que se hablara de un posible Grand Prix de invierno, si Julian Iantzi consiguió cambiar de estación con el simplón Muro infernal, ¿por qué no iba a conseguir Óscar Martínez que estos últimos 20 metros se alarguen, al menos, hasta el invierno?
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[Los últimos 20 metros se emite los miércoles a las 22.00 h. en Antena 3]
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